Cuando pensamos en biólogos famosos, nombres como Charles Darwin o Oswald Avery suelen ocupar los primeros lugares. Sus innovadores descubrimientos marcaron hitos en la biología y, en el caso de Darwin, también en zoología y evolución.
Quizás no sabías que Avery fue quien descubrió que el ADN es la molécula responsable de transmitir los rasgos hereditarios de generación en generación. Incluso Ronald Fisher, quien logró combinar la teoría evolutiva de Darwin con las leyes de la herencia formuladas por Mendel, podría ser más conocido que el propio Mendel. ¿Cómo es posible?
Gregor Mendel, considerado hoy como el padre de la genética, fue reconocido mucho después de su muerte. Hombre humilde, de vida sencilla y escasos recursos, pasó gran parte de su existencia enfrentando la pobreza, el fracaso y la incomprensión. Sin embargo, sus contribuciones cambiaron para siempre el rumbo de la ciencia.
Por eso, a través de este artículo, Superprof rinde homenaje a este gran científico cuyas investigaciones sentaron las bases de la genética moderna.
Johann Mendel: juventud y educación
El futuro padre de la genética nació en el seno de una familia campesina humilde y fué nombrado Johann. Tenía dos hermanas y desde pequeño se interesó por la apicultura y la jardinería, aunque sus verdaderas pasiones intelectuales eran las matemáticas y la física.

La vida no le fue fácil. Su frágil salud interrumpió varias veces su educación, y el dinero en el hogar apenas alcanzaba para cubrir las necesidades básicas. Aun así, su familia creyó en él: su hermana menor sacrificó su dote para que Johann pudiera seguir estudiando. Parece que todos, incluido su sacerdote, reconocieron un gran talento en él.
A los 21 años, buscando una vida más estable, Johann ingresó en el monasterio agustino de Brno. No lo movía especialmente la fe o una profunda vocación religiosa, sino más bien la esperanza de encontrar un espacio de estabilidad donde la comida, el techo y la educación estuvieran cubiertas.
En la abadía, adoptó el nombre de Gregor y encontró en la vida monástica la tranquilidad y la seguridad necesarias para cultivar su mente inquieta.
Por supuesto, tenía que prestar servicio, ya que, después de todo, la vida en el monasterio no consistía solo en oración y formación religiosa. Aunque trabajó como maestro suplente, su camino en esta área no fue sencillo. Fracasó dos veces en el examen oral para obtener el título de maestro, probablemente por su personalidad tímida y su carácter reservado. Esos obstáculos le generaron angustia, llevándolo incluso a sufrir un colapso nervioso.
Sin embargo, Mendel, con su mente brillante y su espíritu perseverante, estaba destinado a cambiar el rumbo de la ciencia: el destino simplemente tenía algo mucho mejor reservado para él.
Lee también nuestro artículo sobre las aportaciones de Aristóteles a la biología.
Época universitaria
Antes de ingresar al monasterio, Mendel ya había descubierto su pasión por las matemáticas, la física y la ciencia. Estudió en la universidad de Olomouc (actual República Checa), donde debido a las dificultades económicas, trabajó enseñando a otros estudiantes para costear su comida y sus gastos básicos.
Este período no fué facil para él. Presionado por la expectativa de tener que hacerse cargo de la granja familiar, su salud se vio comprometida y debió ausentarse a clases en varias ocasiones.

Sin embargo, su paso por Olomouc fue decisivo ya que allí tomo contacto con el trabajo de Johann Karl Nestler, director del Departamento de Historia Natural y Agricultura de la universidad. Este experto en herencia de plantas y animales ejerció una influencia que sería clave en la futura investigación de Mendel.
Más adelante, ya en el monasterio, Mendel vio en esas tierras la oportunidad para iniciar sus propios experimentos, que lejos de los métodos rudimentarios de investigación, abrirían las puertas de la genética moderna. ¡Sus experimentos fueron muy diferentes a los de Galeno!
Momento de experimentación
Tras recibir la bendición del abad, Mendel plantó su jardín experimental sin una intención ni una dirección clara. Eligió experimentar con guisantes porque hay muchas variedades y probablemente también, porque estas plantas son fáciles de cultivar en las condiciones adecuadas.

Tras recopilar algunos datos, Mendel centró su estudio en siete rasgos únicos, que en la actualidad se incluyen en los planes de estudio de todos los cursos de biologia:
1. Altura de la planta.
2. Ubicación de la flor.
3. Color de la flor.
4. Color de la vaina inmadura.
5. Forma de la vaina.
6. Forma de la semilla.
7. Tono del tegumento.
A través de la observación, había notado que estos rasgos parecían heredados de forma independiente, lo que significa que, más allá de la forma de la vaina de la planta madre, una planta hija puede producir vainas de una forma o color diferente.
Primero se propuso descubrir qué produciría el cruce de semillas de diferentes formas. Obtuvo unos resultados muy claros: de las plantas de segunda generación, una de cada cuatro mostraba rasgos dominantes y otra, rasgos recesivos. Las otras dos mostraron rasgos de ambas semillas.
La Ley de Uniformidad, la Ley de Segregación y la Ley de Transmisión Independiente que, combinadas más tarde, llegaron a conocerse como la Herencia Mendeliana.
¿Te gustaría conocer cuáles fueron los aportes de Hipócrates, que aún se le considera el Padre de la Medicina?
Herencia Mendeliana
Mendel carecía de vocabulario científico, por lo que otros científicos y biólogos añadieron palabras como gametos y alelos a su trabajo mucho después de su muerte. Tales términos facilitan a la ciencia moderna dividir su teoría en unas pocas frases sencillas.
Estas son las leyes de la Herencia Mendeliana:
Gregor Mendel presentó su trabajo, titulado Experimentos sobre hibridación de plantas a la Sociedad de Historia Natural en 1865. Su informe obtuvo algunas críticas positivas en la prensa, pero los científicos lo ignoraron en gran medida. Cuando se publicó al año siguiente, la comunidad científica lo consideró como un trabajo sobre híbridos más que sobre herencia genética. Una vez más, sus esfuerzos fueron pasados por alto.
Durante los siguientes 35 años, solo otros tres biólogos citaron su trabajo. Muchos especulan que, si Charles Darwin hubiera conocido la investigación de Mendel, su teoría de la evolución (y todo el campo de la genética) podría haberse desarrollado mucho antes.
Último tiempo de Mendel: ¿cómo se convirtió en el padre de la genética?
Gregor Mendel fue un hombre culto, apasionado por la ciencia y el descubrimiento. Unos 25 años después de entrar en el monasterio, se convirtió en abad y esto acabó con su vida como biólogo e investigador. Mientras se dedicaba a la tarea religiosa, junto con su salud cada vez más precaria, es probable que no tuviera ni el tiempo ni la energía para pasar horas en el jardín, registrando observaciones de nuevas hibridaciones.

Mendel, el biólogo naturalista que aportó los términos "recesivo" y "dominante" para explicar cómo se expresan los genes, murió de nefritis en enero de 1884 con 61 años. A pesar del optimismo que tenía sobre su trabajo (una vez le dijo a un amigo "mi momento de gloria llegará"), su trabajo cayó en el olvido durante años tras su muerte.
No fue hasta 1900, gracias a biólogos famosos que su trabajo fue tenido en cuenta. Específicamente, el botánico y genetista alemán Carl Erich Correns, en colaboración con el botánico holandés Hugo de Vries, fueron quienes promovieron que el trabajo de Mendel sea considerado por la comunidad científica.
Una vez que este equipo botánico abrió las compuertas, científicos, botánicos y genetistas de todo el mundo se interesaron por el trabajo de Mendel.
Más adelante, el biólogo evolucionista inglés Raphael Weldon y el bioestadístico Karl Pearson filtraron los descubrimientos de Mendel a través de la lente de R.A. Fischer; un estadístico y genetista británico también hizo algunas contribuciones y, al añadir la teoría de la selección natural de Darwin a la mezcla, completaron la definición actual de biología evolutiva.
En 1913, casi 30 años después de la muerte de Mendel, los científicos y botánicos se habían establecido en dos campos: los mendelianos y los darwinianos. Después, llegó el zoólogo estadounidense Thomas Hunt Morgan, quien descubrió dónde se encuentran los genes en los cromosomas, poniendo nuevamente en duda la teoría de Mendel de la transmisión de rasgos independientes. Y así, el trabajo continúa…
A pesar de que Gregor Mendel no vivió para ver cumplida su profecía, finalmente fue considerado por la comunidad científica, y sus contribuciones cambiaron el rumbo de la biología y de la genética. Para aprender mucho más sobre ciencias, ¡puedes recurrir a un profesor biologia de Superprof!









