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«No debe tratar de hallar una jugada buena, aunque sea la mejor, sino formular un plan y realizar los movimientos necesarios para ejecutarlo». - Eugene A. Znosko-Borovsky (1884-1954)
Para aprender a jugar al ajedrez y unirte a los mejores jugadores de la Federación Española de Ajedrez, lo primero que debes hacer es conocer la historia del ajedrez.
Por supuesto, esto requiere un buen conocimiento de las reglas del juego de ajedrez, pero también de cómo optimizar el movimiento de las piezas sobre el tablero de juego.
Cada pieza desempeña un papel específico: los peones, la reina o el caballo pueden hacerte ganar la partida.
Con el fin de ayudarte a conocer a fondo las diferentes piezas que componen el tablero de ajedrez, Superprof te presenta en este artículo, algunas lecciones de ajedrez sobre el alfil, su origen ajedrecístico, sus tácticas de juego y las variaciones que puedes adoptar durante cualquier partida de ajedrez.
¿Listo para dar jaque al rey de tu oponente? ¡Allá vamos!
El alfil desde la época de los persas hasta nuestros días
El antepasado del alfil en el ajedrez medieval era el chatrang. La palabra alfil literalmente significa «elefante».

En un principio, el alfil podía saltar dos casillas en diagonal, y si era necesario, incluso pasar por encima de otra pieza. Como resultado, cada se restringió el tablero a ocho casillas y ningún alfil podía atacar al del oponente.
Después de pasar por la India y el mundo árabe, el ajedrez llegó a Italia y España.
A pesar de todo, el origen de la mutación entre «elefante» y «bufón» (que es como se conoce en otros países) sigue siendo un enigma para muchos entusiastas del ajedrez.
De hecho, el juego del ajedrez representa una batalla militar para capturar al rey contrario.
En este contexto, el elefante, al igual que el caballo, desempeña un papel marcial.
Por supuesto, los ejércitos de los países occidentales no tenían elefantes, por lo que es concebible que los ajedrecistas europeos quisieran reemplazar esta pieza por algo o alguien más común a ellos.
Haber elegido un personaje de la corte y no un guerrero (como un arquero, por ejemplo) sigue siendo un misterio sin resolver al que le podemos dar respuesta a través de un estudio etimológico comparativo entre los diferentes dialectos de la época.
Sin embargo, como todo es bastante ambiguo, volveremos al tablero de ajedrez para seguir conociendo los fundamentos del ajedrez.
En algunos países anglosajones, el alfil es un obispo (bishop), por lo que se le representa con una mitra de obispo en los esquemas de juego.
En cuanto a la notación algebraica, los alfiles ocupan las celdas c1 y f1 de las blancas y las celdas c8 y f8 de las negras en la posición inicial.

Un pequeño recordatorio para principiantes que tengas muchas ganas de aprender ajedrez. Como sabes, el tablero de ajedrez está compuesto por:
- 64 casillas
- 8 líneas verticales llamadas columnas
- 8 líneas verticales llamadas filas
- 26 líneas oblicuas a 45° (13 negras y 13 blancas) llamadas diagonales
No obstante, si analizamos qué es lo que encontramos a cada lado del tablero de ajedrez, deberás saber que cada jugador tendrá:
- 1 rey
- 1 reina
- 2 alfiles
- 2 caballos
- 2 torres
- 8 peones
El alfil solo se mueve en diagonal, nunca vertical u horizontalmente.
Se considera una pieza de largo alcance, es decir, que se puede mover tantas casillas como se desee, eso sí, sin saltar sobre otra pieza.
No puede cambiar el color del cuadrado durante la partida por lo que solo es capaz de recorrer la mitad del tablero (si está en una casilla blanca, solo se podrá desplazar en diagonal por las casillas blancas y lo mismo si estuviera en una casilla negra).
Un alfil será más útil en una posición abierta, sin peones en el centro del tablero de ajedrez que lo bloqueen.
Después se coloca en fianchetto, es decir, en un posicionamiento estratégico que permite ocupar las grandes diagonales del tablero de juego.
Esto es parte de lo que llamamos aperturas hipermodernas, el alfil se convierte así en un arma ofensiva que no deberás subestimar.
Recuerda moverlo si lo que quieres es realizar un enroque, pequeño o grande. Trata de colocarlo en una posición óptima para proteger o dar jaque. ¡Sería una lástima que te dieran jaque mate después de unos pocos movimientos y tan pocas combinaciones!
El alfil bueno y el alfil malo en el tablero de ajedrez
Hay quien habla de que tiene dos alfiles: un alfil bueno y otro malo; esta condición dependerá de los movimientos de tus peones.

El alfil bueno es aquel cuyos peones se colocan en casillas de un color diferente al que se encuentra, el alfil malo tiene por el contrario, el paso obstruido por su propia cadena de peones, en particular los peones centrales, que se encuentran en casillas del mismo color que aquellas en las que se mueve.
Por lo tanto, cuantos menos peones haya en el tablero, más efectivos serán los alfiles.
En posiciones abiertas, cuando las diagonales no están bloqueadas por peones, un alfil puede atacar al rey mientras protege su propia diagonal contra la reina de tu oponente.
El alfil es una pieza de largo alcance pero solo controla casillas del mismo color, que es su principal debilidad.
Por eso, dos alfiles se complementan perfectamente porque permiten ocupar todo el tablero (pareja de alfiles).
Cuando están bien coordinados, son superiores a un caballo y un alfil.
De hecho, la movilidad reducida del caballo no permitirá que tu oponente se una a la pelea a su debido tiempo y reducirá su número de posibles ataques.
La otra ventaja de la pareja de alfiles es que en cualquier momento puedes realizar un uno a uno con un caballo enemigo, mientras que para él resultará muy difícil enfrentarse al alfil del oponente.
Con un poco de práctica y cierto dominio del juego, comprenderás el papel estratégico de estas piezas en el tablero de ajedrez.
Siéntete libre de jugar contra tus amigos, tus padres (si ya juegan) y ¿por qué no unirte a un club de ajedrez o probar suerte en torneos multijugador en línea?
De manera gratuita y sin registro, sin duda, existe una web de ajedrez que se adecuará a tus necesidades para que puedas aprender ajedrez online.
¡Nada mejor para progresar en el ajedrez que jugar algunas partidas cada semana, sobre todo, si estás empezando!
El sacrificio del alfil para presionar desde el principio de la partida

El alfil suele ser el principal protagonista de los sacrificios al comienzo de cualquier partida:
- Si se sitúa en f2 o f7: si el rey contrario permanece en el centro, el rey solo podrá defender a los peones.
- Si se sitúa en h2 o h7: si tu oponente ha realizado el pequeño enroque, se ejecutará la apertura de la columna h, cuyo ataque suele implicar a la reina y el caballo.
- Si se sitúa en h3 o en h6: si se ha realizado el enroque y el peón h ha avanzado, se produce la apertura de la columna g.
Es importante abrir las filas moviendo peones o sacrificando piezas.
A través de estas filas, las piezas atacantes pueden penetrar las líneas enemigas e implementar sus estrategias de juego.
A continuación, te dejamos un vídeo para ilustrar las consecuencias del sacrificio de un alfil:
Como puedes ver, la colocación de los peones es muy importante pues actúan como andamios en las configuraciones más complejas.
Recuerda echarle un vistazo a los vídeos que hay en línea. Hay muchos jugadores a los que les gusta compartir sus estrategias de juego. Esto te ayudará a comprender los movimientos, pero también a detener los ataques.
No tienes que ser Bobby Fischer o Kaspárov para hablar de jaque mate.
Por cierto, por si no lo sabías... El actual campeón del mundo, el noruego Magnus Carlsen, acaba de sufrir su primera derrota tras 125 victorias (o empates).
¿Por qué crees que perdió? Por perder un alfil rápidamente. Increíble, ¿verdad?
Como ves, la teoría se aplica hasta a los grandes maestros internacionales, que también pueden perder la partida por cualquier despiste, sea cual sea su nivel de juego. ¡Solo se necesita un error imposible de detener!
Analizar el juego, mantener la calma y especialmente la memoria de trabajo serán tus mejores activos durante los torneos, pero también para progresar en el juego.
Jugar con regularidad te permitirá entender cómo ganar o, llegado el caso, cómo propiciar un empate sin sufrir muchos jaques.
Después de todas estas historias, ¿te animas a echar una partida de ajedrez?
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