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«A veces pienso en el timbre de voz que tendría una rosa. Estoy seguro de que haría cantar a los pájaros», Joe Coeijmans.
Los estudiantes de colegio e instituto, así como todas esas mentes menos expertos en la materia se quedan atónitos ante ciertas demostraciones matemáticas llenas de cifras, letras griegas y símbolos extranjeros.
Pues bien, podríamos decir que esa es la misma primera impresión que tiene un novato cuando lee un tratado de música clásica o un artículo de prensa especializada en el mundo de la música.
Nos encontramos con muchísimas palabras que no suelen usarse (o incluso que nunca se usan) en el día a día; términos que nos pueden resultar totalmente desconocidos y que nos llenan la cabeza de interrogantes.

¿Acaso los musicólogos solo escriben para auténticos entendidos? ¡Pues claro que no! Todos los términos que utilizan existen para describir una realidad concreta del arte del canto.
«Técnica», «firmeza», «tesitura» son términos imprescindibles en el mundo de la música, tanto en el ámbito vocal como en el instrumental.
En el léxico propio de los cantantes, uno de los substantivos más utilizados es el «timbre» de voz.
Si quieres convertirte en un tenor de renombre o en toda una soprano, o incluso ser uno de los cantantes de las listas de éxito que escuchamos en la radio, te damos un consejo que esperamos tengas en cuenta: no descuides el timbre de tu voz, un elemento esencial a la hora de trabajar en tu canto.
El timbre de voz: ¿qué es?
Es un substantivo que suele aparecer en el ámbito de los sonidos, ya que concierne a cualquier objeto o ser capaz de emitir un sonido determinado. Así, hablamos de «timbre» para referirnos tanto a los sonidos de las voces humanas como al de los instrumentos musicales.
Eso sí, ten cuidado y no confundas el «timbre» con la «tesitura», que concierne al ámbito o a las notas (y, por consiguiente, a las octavas) que emite un instrumento o las cuerdas vocales de un cantante. La tesitura nos permite distinguir a las mezzosoprano de las soprano, a los contratenores de los barítonos o los bajos, etc.
Si echamos un ojo al DRAE (Diccionario de la Real Academia Española) vemos que define «timbre» como: «Cualidad de los sonidos determinada por el efecto perceptivo que produce en los oyentes. El timbre del violín. Su timbre de voz».
En otras palabras, el timbre hace referencia a todas las características sonoras que permiten identificar a un cantante o instrumento. Por ejemplo, un órgano, un piano y una contralto pueden emitir una misma nota, pero por su frecuencia matemática seremos capaces de identificar de dónde ha salido el sonido. Esta diferencia podemos también notarla cuando comparamos dos pianos, por ejemplo.
En definitiva, el timbre es lo que nos permite distinguir un productor de sonido de otro: es lo que hace que su carácter sea único.
La frecuencia, el vibrato, la amplitud, el ataque…: son elementos que constituyen la esencia de un timbre musical.
El timbre nos permite percibir toda la riqueza de la humanidad, ya que cada voz es única y tiene una personalidad propia.
El concepto lo desarrolló la organología hace relativamente poco, lo que ha permitido un desarrollo acelerado de la psicoacústica (el análisis de las armonías de los sonidos) y de la orquestación general.
El timbre también está en cierto modo relacionado con el color (o la coloratura) de las voces y de los instrumentos. Si ya habéis oído a alguien que os ha dicho: «¡Tienes una voz preciosa!», puedes dar por hecho que tienes una buena materia prima y que, por tanto, las tienes todas contigo para conseguir destacar en el mundo de la música.

Los más «modernos» hablan muchas veces de los «cuatro colores primarios de la voz», de entre los que destacamos la voz hablada (medios y graves en armonía), perfectamente ilustrada por Jacques Brel o incluso Adele.
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Tres consejos para encontrar tu voz lírica
Recuerda que, en el caso tanto de los hombres como el de las mujeres, el timbre de voz varía con la edad, lo que ocurre también con las tesituras. Normalmente los tonos más agudos se vuelven más graves, aunque también puede ocurrir a la inversa, que los tonos graves se hagan más agudos.
Aunque el timbre de voz es en cierto modo innato, ya está relacionado con nuestra genética (la morfología de nuestro instrumento vocal: laringe, faringe, glotis, cuerdas vocales, resonadores, etc.), el paso del tiempo y el trabajo vocal frecuente pueden contribuir a modificar nuestro timbre.
Esta realidad suele manifestarse, por ejemplo, en el caso de los imitadores, que tras muchísimas horas de trabajo son capaces de llegar a dominar el timbre de voz de personajes de lo más dispares. Sin ir más lejos, piensa en Carlos Latre, ¿cuántas voces (con sus respectivos timbres únicos) es capaz de imitar?
Puede que no conozcamos a la perfección nuestro timbre de voz, ya que esta evoluciona con el paso de los años, pero sí que podemos llegar a tener un conocimiento profundo del mismo para entendernos mejor (un objetivo intermedio que nos permitirá ajustar nuestros ejercicios vocales).
Para conocer mejor tus cualidades y sacarles el máximo partido, te vamos a dar unos consejos.
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1. Identifica la tesitura de tu voz
Tienes que identificar la nota más baja y la más aguda que eres capaz de entonar.
Para delimitar tu intervalo vocal, puedes examinar el ámbito que dominas a la perfección (sin esfuerzo y con voz de pecho; esa es la tesitura, propiamente dicha) y ese que exploras con mayor dificultad (con voz de cabeza).
Esto te resultará todavía más fácil si tienes la suerte de tener un oído absoluto o, por lo menos, un buen oído musical, y sobre todo si cuentas con la ayuda de un sintetizador que te ayude a poner a prueba tus capacidades.
Si ese no es tu caso, no dudes en recurrir a todo un experto o un entrenador vocal, que te ayude también a ampliar tu tesitura. ¡No te arrepentirás!
2. Recibe clases de canto
Para evitar adquirir malos hábitos o perder el tiempo con malas costumbres, lo mejor es que aprendas a cantar con seriedad y con alguien que te ayude a perfeccionar tu afinación y tu técnica de canto.
En lo que respecta a la fonación, no hay nada mejor que un profesor de canto titulado y con experiencia que te enseñe a cantar de la mejor manera posible.

En una escuela de canto o en una escuela de música podrán orientarte fácilmente hacia un profesional que te ayude, pero también puedes recurrir al método digital de nuestra página de Superprof para encontrar el perfil de tu profesor perfecto.
3. Cantar con frecuencia
Bajo la ducha o por la calle, cualquier ocasión es buena para poner en marcha tus cuerdas vocales.
Esta «gimnasia vocal» frecuente no solo te ayudará a perfeccionar tu técnica, sino que también te permitirá no perder de vista la realidad de tu timbre y de tu repertorio (sobre todo con los cambios de la pubertad, por ejemplo).
No obstante, te recomendamos que tengas cuidado y no te arriesgues a forzar la voz: necesitas un calentamiento previo para aprender a cantar como es debido sin dañar tu voz.
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Los 5 mejores consejos para perfeccionar tu calidad vocal
1. Amplia tu ámbito
Tu amplitud vocal puede variar con el paso de los años en función de cómo trabajes.
A María Callas, por ejemplo, no le bastaba con su registro de soprano… Todos debemos encontrar nuestros límites, pero para ello antes hay que superar ciertos obstáculos.
El entrenamiento por gamas y la interpretación de melodías jugando con tus extremos te permitirá mejorar y perfeccionar tu canto. Por algo se dice que la práctica hace al maestro, ¿no te parece?
Haz lo posible por ir transformando poco a poco en voz de pecho todas notas nuevas que aprendas en voz de falsete (o de cabeza).
2. Mantén la compostura
Por definición, el canto es una actividad física (o fisiológica, si te gustan las emociones fuertes). La fisiología humana desempeña un papel muy importante en el canto, lo mismo que la actitud y la postura del o de la cantante.
Mantente relajado en todo momento y aprende a gestionar el estrés pule tu presencia escénica.
Del mismo modo, mantén una postura derecha, y canta de pie en la medida de lo posible. Si tienes que cantar sentado, lo más importante es que intentes no encorvar la espalda y mantengas una pose imponente.
Una presencia musicalmente ortodoxa marcará la diferencia desde el punto de vista del volumen y de la percepción del público.
3. Mejora tu respiración
La presión constante es la muestra de una modulación fonadora perfecta. Cuando cantamos, tenemos que ser capaces de controlar nuestra respiración.
Haz hincapié sobre la respiración abdominal controlando el diafragma. Los ejercicios de respiración ventral (la caja torácica no es la que se «infla») te permitirán mejorar tu control de la entrada y salida de aire.

Sin trabajar tus abdominales, te resultará imposible proyectar tu tonalidad con la firmeza suficiente como para desempeñar un papel solista.
4. Pon a prueba tu dicción
La correcta articulación marca la diferencia entre una coral buena y una mala. La pronunciación de las vocales es muy importante para los cantantes modernos.
Los ejercicios de articulación te permitirán convertirte en un locutor perfecto y contribuirán a una mejor proyección de las tonalidades. Con esta agilidad en la declamación rítmica, conseguirás cantar con más fuerza sin cansarte.
Hablar en público consiste también en saber pronunciar sonidos de otros idiomas extranjeros omnipresentes en la ópera cómica, como es el caso del italiano (de Verdi, Puccini, Rossini…), el alemán (de Wagner o Mozart, con el magnífico papel de la reina de la noche en La flauta mágica), o el francés (de Gounod o Bizet, por ejemplo).
5. Selecciona tus piezas
No te tomas a la ligera la elección de las canciones que vas a interpretar: intenta variar su dificultad para evitar forzar la garganta, elige piezas que se adapten a tu registro y que te permitan ir desarrollando todo tu potencial.
El entrenamiento vocal (aunque sea puntual) te puede servir para evitar los malos hábitos y para que no dañes tus cuerdas vocales.
Si quieres más consejos, no dudes en echar un ojo a cómo trabajar tu voz en el día a día.
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